viernes, 12 de octubre de 2012

A goz….arte la maduritud - Revista Parte 1



A  goz….arte la maduritud

Te miras al espejo cada mañana y observas que tienes una arruga más, que el cabello está pasando de un negro intenso a un gris plata.  Piensas en esas largas trenzas que te hacía tu madre sentada en su regazo, no pesabas ni una pluma y ahora ese mismo espejo te dice que tienes unos cuantos kilos de más que no te favorecen. 


Tienes niños revoloteando a tu alrededor pero en vez de llamarte mamá te dicen abuela.   Sin embargo sigues sintiendo la misma emoción que viviste con tus hijos cuando tenían esa edad, solamente que ahora están prestados por algunas horas y disfrutas de su inocencia, de sus carcajadas, les cuentas historias y sus ojos se detienen solamente en ti ávidos por saber que sigue en el relato. 


Los años y la historia de vida que llevas contigo te permiten recorrer cada camino con un paso más lento pero también más seguro, confiado y tranquilo de las decisiones que tomas ahora.  Respiras más tranquilo en la mañana cuando no debes cumplir con un horario, tomar el volante y crear estrategias para llegar a tiempo al trabajo si se te ha hecho tarde.


Tus hijos llegan de visita, te preguntan cómo estás y tu respondes “Bien” “muy bien” pero en el fondo sabes que cuando los ves te recuerdan tanto a tu viejo, a ese tierno cascarrabias que fue tu esposo durante la mayor parte de la vida, ese hombre estricto pero amoroso, el mejor padre y compañero.



A tu memoria vienen tantos recuerdos, desde el día en que lo conociste, de pie en esa fiesta  a la cual tus padres casi no te dejan ir, te cortó el aire y desde ese momento se volvieron inseparables.
Todo no fue color de rosa, el camino tiene piedras, pero supieron sortear las dificultades y comprendieron que estaban hechos para unir sus vidas.


Los hijos llegaron a completar el rompecabezas, sanos y fuertes los vieron dar sus primeros pasos, llorar por amor y sentir alegría por sus triunfos y alentarlos en los fracasos.

Tenias tantas cosas, una salud envidiable, un trabajo excepcional que  te permitía sentirse cómoda, también eras un modelo de madre y esposa.  El calendario se fue deshojando poco a poco, algunos cambios en tu cuerpo y en tu salud fueron apareciendo, los hijos construyeron su propio proyecto de vida y se marcharon del hogar, tu compañero ese hombre que luchó contigo, que fue tu amante, amigo y confidente también se fue, partió dejándote una gran pena, pero sabes que desde allí siempre te acompaña y que su corazón siempre estará en el tuyo.

Te das cuenta que allí no acaba, la vida sigue y encuentras nuevos horizontes que te permiten compartir los mejores años de tu existencia, existencia que acompañas con tu familia, tus hijos, nietos y las nuevas personas que has conocido y con las cuales comprendes que todo lo vivido es un gran proceso de conocimiento, le das gracias a ese ser supremo que te permite ser TU.





Mar Cotrino
Estudiante de Psicología





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